La temporada de natación - a falta del coletazo final del Mundial junior - ha acabado y no precisamente con buenas notas para la natación del país. Mireia Belmonte y Jéssica Vall han salvado con sus victorias y sus medallas en esta década y Joanllu Pons con sus finales olímpicas y mundiales los puestos de honor internacionales. En el Mundial de Gwangju, España logró los peores resultados de la década y a un año de los Juegos no apunta precisamente a milagro viendo lo bien que lo han hecho otros países en Corea.
Bajo el paraguas de Mireia se han colgado medallas muchos directivos y demás que no han sabido como aprovechar la estela de su magnetismo para aprovechar el tirón. Mireia que este otoño hará 29 y Jéssica, 31, están posiblemente a un año de sus últimos Juegos.
La natación española ha perdido algo más que peso internacional, está dejando escapar nadadores que van camino de perder ilusión por seguir nadando. Es el deporte con más campeonatos de España - invierno, primavera y verano - en absoluto además de todos los torneos desde juniors hasta los más pequeños. Solo aguantan este sistema los protagonistas, los entrenadores y los abnegados padres y familiares que siguen cada fin de semana a sus chavales.
El último ejemplo lo hemos tenido esta semana en Terrassa. Cinco días de campeonato de España de verano, una semana después del Mundial y coincidiendo en el tiempo con la Copa del Mundo de Tokyo donde fueron los cuatro mejores del año. Sesiones interminables de mañana y tarde en el torneo de verano para absolutos y júniors. Solo la alegría de los jóvenes que batían sus marcas personales o subian al podio de sus categorías de edades (en la foto, la canaria Selena Duran del año 2003). Lo que vimos fue - más allá del calor de la primera semana de agosto - ni un récord de España, pocos records de los campeonatos y en definitiva el peor spot para la natación del país.
Se ha vivido un año de pésima organización y cambios a vuela pluma. Se montó el Open de Sabadell en marzo con unas mínimas exigentes y como ùnica opción para el Mundial. Mal ambiente, malos resultados y la cabeza de turco de Albert Tubella cesado tras el torneo. Nadie entendió que hubieran pruebas en que bastase con hacer una vez la mínima y en otras que se tuvieran que hacer por triplicado.
España debería de mirarse más en el espejo de paises como Italia, por no hablar de Australia, Inglaterra o Estados Unidos. Podrían ver como se hacen allí las cosas. Como hay nadadores y grupos de entrenamiento que se plantean los ciclos de 18 meses y no en ese volver a empezar anual con campeonatos en piscina corta que a veces son contrarios a tener un pico de forma óptimo en el dia D y la hora H.
Llevo dos décadas escribiendo y fotografiando sobre natación más otra década como espectador. Es un deporte muy sacrificado y que no se ha sabido vender ni conectar. Y tras los Juegos de Tokyo se presume salvo un cambio radical, el desierto como futuro. De que sirven las concentraciones en altura o en Tenerife si por ejemplo los entrenadores no se concentran entre ellos para aunar esfuerzos y sacar a la natación del pozo actual? De que sirven las declaraciones en prensa de entrenadores antes y después del Mundial?
Desde siempre la natación y el atletismo han sido dos de los grandes deportes olímpicos. De hecho cada uno se reparte una semana de los Juegos. El atletismo - tan duro como la natación - está haciendo los deberes mientras que la natación necesita encontrar rápido su hoja de ruta.