Es curioso. Estuve quince años ligado a mi deporte, el taekwondo y ahora ya han pasado 15 desde que lo dejé. Eso sí, te puedo asegurar que tengo muy cercano el recuerdo de la medalla de oro en Barcelona’92 y se van a cumplir ya 23 años. Para mí, algo inolvidable. El mejor recuerdo y en casa.

Una mirada atrás. Lo ganaste todo. ¿Dónde tienes todas las medallas?

Mi legado. Gané todo lo que se puede ganar. Campeona olímpica, mundial y europea, de la Copa del Mundo y de la Copa de Europa. De vez en cuando voy limpiando todas las medallas y trofeos (ríe). Cada una, hasta las copas  menores tienen su importancia. Conforme pasa el tiempo más te acuerdas de cada viaje, cada medalla y ahora más en las redes sociales, estoy muy agradecida.

Un tiempo donde el taekwondo tuvo un boom y fue el deporte de moda en Sabadell. Un tiempo de mucho sacrificio.

En los años 90, había 16 mil licencias de taekwondistas en Catalunya. Vino mucha emigración de Corea y salieron muchos gimnasios. Recuerdo que todo empezó cuando en casa nos poníamos con mis padres Loli y Sebas, a ver películas de Bruce Lee. Yo era la más feliz del mundo cuando me regalaban unas zapatillas que podían costar cinco euros o saltando a la comba. Luego tuve muy claro el sacrificio y siempre he sabido automentalizarme para la competición. Y después también.

Y en el 2000 llega el momento del adiós. El día después del deportista es a veces muy duro. Supiste cambiar de chip.

Ciertamente. El día después del deportista puede ser dramático si no tienes madurez. Durante 15 años estuve viviendo la vida en un centro de alto rendimiento como es el CAR de Sant Cugat. En el buen sentido de la palabra, ‘encerrada’. Una vida paralela que vives entre deportistas de élite que son admirados y las relaciones son internas. Yo sacrifiqué quince años de mi vida y quedé más que compensada. Al acabar tenía claro mi camino. Sin embargo, a otros no les pasa igual. La vida como deportista acaba y toca vivir, la vida, a secas.

Además de medallas, tienes secuelas no tan gratas de la alta competición.

Muchas veces me tuve que infiltrar en la rodilla, en la espalda, en la cadera, para llegar a una competición. Ahora arrastro una artrósis en la rodilla. El médico me dice...’tranquila es típica en los futbolistas’. Me río. Ojalá hubiera ganado el dinero de esos futbolistas (Sin duda ha entrenado mucho más).

¿Has vuelto a pisar un tatami después de tantos años compitiendo?

Mi sobrino tiene 17 años, ya compite y ciertamente me cuesta verle. Yo en el tatami soy la primera que podía con todo pero verle, porque este deporte es duro, me cuesta.

Una familia muy deportista con tus hermanos Jenni, Erika, Juani y Sebastià, ¿te gustaría ver a tu hija Laia como taekwondista?

Me gustaría mucho. Tiene cuatro años y ya la estoy educando con cosas relacionadas con el deporte. Algo le tiene que calar adentro. Si quiere hacer este deporte u otro, bien. Y sino también. Que disfrute con lo haga.

Más allá de su Curriculum Deportivo

Elisabeth compaginó durante su carrera deportiva con sus estudios. Medalla de oro dentro del tatami y también fuera.  «En ese tiempo siempre tuve gente detrás que me decía que no podía dejar mis estudios. Tener un camino para el futuro. Seguí ese consejo, sino igual habría abandonado y está claro que no me arrepiento. Al acabar la carrera deportiva surgen dos opciones. 1. Intentar seguir ligada al deporte o 2. Cambiar a otra cosa diferente. Nunca me surgió la primera opción pues los puestos están cogidos».

Ahora hace diez años entró a trabajar en la mutua Egarsat donde es directora de Recursos Laborales. Le preguntamos sobre si puso su currículum deportivo. «Vengo de familia humilde. No puse las medallas que había ganado pues consideré que ya era otra etapa de mi vida»

Laia, su medalla de oro